La especie presenta un comportamiento gregario, formando bandadas numerosas y bulliciosas que pueden alcanzar hasta 26 individuos fuera del periodo reproductivo (Soave et al., 2008:1883). Durante la temporada de cría, grupos de 6 a 8 ejemplares defienden en conjunto un territorio y comparten un único nido comunal, donde incluso varias hembras pueden depositar sus huevos (Soave et al., 2008:1883). Es habitual que convivan entre diez y veinte individuos, alimentándose de forma cooperativa mientras uno de ellos actúa como centinela desde una posición elevada (Di Giácomo, 2005:293).
Se trata de un ave conspicua, que suele posarse en arbustos, alambrados y sobre el suelo en áreas abiertas (Erritzøe, 2012:101; Di Giácomo, 2005:293). Presenta hábitos tanto terrícolas como arborícolas (Stotz et al., 1996:168), desplazándose ágilmente por el suelo mediante carreras, saltos y caminatas en busca de presas, y ocasionalmente volando desde una percha tras localizarlas. Su vuelo es lento y torpe, caracterizado por series de aleteos seguidas de breves deslizamientos (de la Peña, 2015:307; de la Peña, 2020:110), frecuentemente con una disposición en fila, un individuo tras otro (Di Giácomo, 2005:293).
Se observan conductas de termorregulación como el descanso con las alas entreabiertas y el dorso orientado hacia el sol, especialmente por la mañana, al atardecer o tras episodios de lluvia. En invierno, varios individuos se agrupan para asolearse en esta misma postura, erizando las plumas y manteniendo las alas caídas (Erritzøe, 2012:101). Durante las noches, descansan en dormideros comunales ubicados preferentemente en árboles densos o matorrales de bambú, donde forman círculos compactos con todas las aves orientadas hacia el exterior y las colas convergiendo al centro; también pueden alinearse lateralmente sobre una rama (Erritzøe, 2012:101). Sin embargo, algunos ejemplares pueden perecer en las noches invernales más frías.
Asimismo, se ha registrado comportamiento de allopreening entre miembros del grupo (Erritzøe, 2012:101). Es una especie de hábitos peridomésticos, frecuentemente observada en cascos y puestos rurales (Di Giácomo, 2005:293). Suele vocalizar en vuelo, emitiendo llamados fuertes, y su silueta aérea, con alas extendidas y cola recta y larga, recuerda a la de un aeroplano (Castellanos, 1932:29). Finalmente, en épocas frías o tras lluvias, busca activamente el sol, posándose en lugares cálidos o abrigados (Castellanos, 1932:29).
Comportamiento en bandada
Al igual que otros miembros de la familia, esta especie presenta una marcada tendencia a la vida gregaria. Los individuos permanecen juntos durante el día y comparten un dormidero común durante la noche, usualmente un árbol alto y frondoso. Poco después del amanecer, los miembros de la bandada emergen para tomar el sol y prepararse para sus actividades diurnas. Posteriormente, se dispersan en busca de alimento, manteniéndose generalmente a una distancia que permite la comunicación vocal entre ellos. Al anochecer, regresan al dormidero, solos o en pequeños grupos. Es común que, antes de ingresar al árbol donde pasarán la noche, se reúnan en un árbol próximo, desde donde emiten vocalizaciones intensas y realizan saltos antes de acomodarse definitivamente.
Cabe destacar que la composición de estas bandadas no es fija ni exclusiva. El número de integrantes varía y puede modificarse por la presencia de individuos errantes o por la ausencia temporal de miembros que pernoctan en otros lugares. Las observaciones de campo sugieren que la estructura social de la bandada es flexible y poco cohesionada, predominando la formación de asociaciones en parejas dentro del grupo (Davis, 1940:472)
Territorialismo
El territorio de un grupo puede abarcar una extensión considerable, en algunos casos superior a una milla de diámetro, cuya configuración específica varía según las condiciones ecológicas del entorno. Este territorio incluye generalmente un dormidero comunal (ubicado en árboles altos y densos, frecuentemente cercanos a una estancia) y una zona de alimentación, que puede alternarse diariamente entre diferentes sectores del área.
Diversas observaciones de campo confirman la existencia de un territorio bien definido, en tanto que se han registrado conductas consistentes de defensa frente a intrusos. No obstante, a diferencia de especies como Crotophaga ani, los límites territoriales no son rígidamente establecidos. Esta flexibilidad se manifiesta, por ejemplo, en la posibilidad de que una misma bandada construya múltiples nidos de manera simultánea dentro del mismo territorio.
Si bien algunas parejas o subgrupos pueden defender activamente su sitio de anidación frente a otros miembros del grupo, en numerosos casos dicha defensa resulta insuficiente para impedir la presencia de otros individuos. De este modo, es frecuente que se produzca una anidación comunitaria o solapada, lo que sugiere una estructura territorial compartida y parcialmente tolerante dentro del grupo (Davis, 1940:472).
Comportamiento de apareamiento y reproducción
El comportamiento de apareamiento en el Pirincho (Guira guira), es discreto y carente de cortejos elaborados. Las interacciones reproductivas suelen limitarse a vocalizaciones suaves y sibilantes, acompañadas ocasionalmente por saltos y aleteos en árboles adecuados para la nidificación. Aunque se ha observado este comportamiento durante largos periodos en determinadas fechas, la cópula propiamente dicha raramente ha sido registrada, lo cual puede deberse a características fisiológicas de la especie. Se ha sugerido que las hembras ovulan espontáneamente, incluso en ausencia de nido, y que una única inseminación podría bastar para fertilizar todos los huevos.
Tras el apareamiento, las aves inician la búsqueda de un sitio de anidación, lo cual hacen portando una hoja en el pico. La construcción del nido, de estructura voluminosa y con frecuencia en árboles frondosos, se caracteriza por su ejecución irregular y poco coordinada: puede haber días sin actividad, participación desigual entre individuos, o incluso abandono del nido antes de completarlo. Estas inconsistencias ocurren tanto en parejas aisladas como en contextos coloniales, y no parecen atribuirse a interferencias externas.
Durante la nidificación en grupos, es común que solo una o dos aves participen activamente en la incubación y alimentación, aunque el nido se halle en medio de una bandada numerosa. En observaciones de campo, se ha documentado que, pese a la presencia de más de una decena de individuos en el grupo, solo una pareja, o un máximo de tres aves, intervienen directamente en la crianza, mientras que otras se mantienen en las cercanías y reaccionan ante amenazas, pero sin involucrarse en el cuidado parental. Estas evidencias sugieren un modelo de reproducción predominantemente monogámico o semi-cooperativo dentro de un contexto social amplio (Castellanos, 1932:476).
VOCALIZACIONES
Posee un repertorio vocal amplio y diverso, con funciones predominantemente sociales. Las vocalizaciones se caracterizan por ser ruidosas, guturales y moduladas, con una notable variación tonal y estructural según el contexto conductual (Belton, 1984:543; de la Peña, 2015:307; de la Peña, 2020:112; Sick, 1993:284; Sick, 1997:389).
Entre las llamadas más frecuentes se encuentra una serie de frases lastimeras y descendentes, como “pee-oop… pee-uur… pee-ahkkkk”, así como trinos gorgoteantes, notas “creep” aisladas y secuencias descendentes como “kiei… kiei… kiee… kiorr…”. El canto, utilizado por lo general en contextos sociales y de cohesión grupal, carece de una función claramente territorial. Aun así, se ha sugerido que ciertas llamadas descendentes y fuertes podrían desempeñar un rol similar (Castellanos, 1932:476).
Las llamadas de alarma incluyen un estridente “kirrrrrrr” o un traqueteo áspero, emitidos con posturas corporales expresivas —como levantar la cresta, sacudir el cuerpo y echar la cabeza hacia atrás—, que comunican peligro inminente a la bandada. Frente a la presencia de depredadores como halcones, es común una llamada de advertencia rápida y descendente: “ti-ti-ti-ti-ti”, o un agudo “kooeet”.
Además, se han documentado vocalizaciones específicas en contextos reproductivos, como gemidos y ululares débiles emitidos durante el apareamiento y la búsqueda de sitio de anidación. Otras notas, como el “klee, klee, klee”, anteceden a las llamadas de alarma, mientras que sonidos como un croar profundo denotan molestia ante intrusiones en el nido. En vuelo, las aves utilizan vocalizaciones suaves para mantener cohesionada la bandada, lo que refuerza su función social más que territorial (Castellanos, 1932:476).
ALIMENTACIÓN
Gregario, se alimenta en el suelo en bandadas de hasta 20 individuos (tamaño medio del grupo: 6-8) (Payne & Kirwan 2020). Soave (2008:1884) comenta «La marcada voracidad de los pirinchos cumple una importante función reguladora. Marcadamente animalívoros, en sus contenidos estomacales las semillas sólo se registran en forma casual. Su alimento principal lo constituyen los insectos y sus larvas, para atrapar a los cuales a veces se desplaza en grupo detrás de arados y rastras. De esta forma, se ha creado una asociación útil en la que tanto el hombre como el Pirincho resultan beneficiados. El ave regula la población de insectos perjudiciales para el cultivo, y a la vez explota la capacidad mecánica del ser humano que, en la labor agrícola, le ofrece abundancia de insectos y, en su avance colonizador, foresta áreas de pastizal ampliando el área de distribución de esta especie»
Se alimenta de insectos, huevos y polluelos de aves, anfibios, arácnidos, pequeños mamíferos, reptiles y moluscos.
REPRODUCCIÓN
La reproducción de la especie en Brasil ocurre principalmente durante la estación lluviosa, entre agosto y noviembre en áreas cercanas a Brasilia y Río de Janeiro, aunque algunos individuos anidan en los meses secos de mayo a agosto (Payne & Kirwan, 2020; Macedo, 1992:786). En el noreste de Brasil (Piauí), la reproducción se concentra mayoritariamente entre septiembre y octubre, coincidiendo con el pico de lluvias en el centro del país; en São Paulo se registra de febrero a abril; en Río de Janeiro, de agosto a febrero; en Río Grande, de noviembre a febrero; en el sur de Bolivia, entre noviembre y diciembre; en Uruguay, de octubre a diciembre.
En Argentina, la nidificación tiene lugar de octubre a marzo en las provincias de Formosa, Santa Fe, Santiago del Estero, Salta, Chaco, Formosa, Misiones, Corrientes, Entre Ríos, La Pampa y Buenos Aires; en Tucumán, en noviembre, y en Córdoba, en enero (Erritzøe, 2012:102; de la Peña, 2013:179; de la Peña, 2015:307; de la Peña, 2016:351; de la Peña, 2020:112; Di Giácomo, 2005:293).
Estos individuos viven en grupos, pero las bandadas tienden a reducirse en tamaño durante la primavera, cuando algunos ejemplares se separan en parejas para reproducirse. En esta época, suelen apartarse dos o tres parejas que construyen sus nidos rápidamente, a veces en solo dos días, utilizando principalmente ramitas verdes con hojas recolectadas de árboles cercanos. En los lugares frecuentados por las bandadas, es común encontrar en el suelo huevos abandonados por las hembras (Daguerre, 1924:251).
Es conocido el comportamiento cooperativo de esta especie, ya que varias parejas pueden asociarse para construir un nido común (Serié & Smyth, 1923:46). Además, ocasionalmente depositan sus huevos en nidos de otras especies, incluyendo los de anis, e incluso participan en la incubación conjunta con estas aves.
El nido consiste en una gran plataforma abierta de ramas, generalmente ubicada en la bifurcación de un árbol espinoso y a menudo cubiertos por enredaderas, en ambientes como matorrales, juncales, espadañales, molinos o construcciones. Usualmente, se sitúan a unos cinco metros de altura.
Son estructuras expuestas, elaboradas principalmente con palitos, tallos de hierbas, enredaderas y raíces, revestidas internamente con arena fina y hojas frescas, transportadas por los adultos durante la incubación, lo que mantiene el nido con un aspecto verde y limpio. Posteriormente, tras el nacimiento de las crías, el nido se ensucia debido a los excrementos, los cuales son expulsados hacia el borde (Davis, 1940:472; Azategui, 1975:321; de la Peña, 2020:112-115).
Frecuentemente reutilizan nidos de temporadas anteriores (de la Peña, 2020:112-115). Aunque algunos nidos son utilizados por una única pareja reproductora, en la mayoría de los casos varias hembras depositan sus huevos en un mismo nido comunal; cada nido puede contener hasta veinte huevos en nidos comunales, aunque las nidadas normales suelen ser de cinco a siete huevos. Los adultos demuestran un comportamiento relativamente negligente en la atención del nido.
El cortejo implica que el macho realice una danza sobre el suelo con las alas abiertas alrededor de la hembra (Sick, 1997:280). Tras el apareamiento, las aves se agrupan y saltan entre los árboles, gimiendo y buscando un sitio adecuado para anidar (Davis, 1940:472).
Respecto a la estructura social de la reproducción, estudios de parentesco revelaron que los compañeros de nido eran descendientes de diferentes adultos y que algunos individuos no se reproducían. Los datos no apoyaron la hipótesis de monogamia, evidenciándose casos de poliginandria en algunos grupos reproductores y poligamia en otros (Quinn et al., 1994:515).
Los huevos presentan un color de base que varía entre gris y turquesa, con manchas y vetas blanquecinas de material calcáreo en relieve, y son variables dentro de un mismo nido (Quiroga & Llugdar, 2019:29). Tienen dimensiones aproximadas de 28 × 37 mm y un peso de 25 g. Son mayoritariamente elípticos, aunque algunos son ovoidales. El número de huevos depositados por nido puede alcanzar hasta 30, aunque generalmente se encuentran entre 10 y 12 huevos (Davis, 1940:472). Cada hembra pone entre cinco y siete huevos, de forma alternada, y los huevos están inicialmente recubiertos por una capa calcárea blanca que tiende a desprenderse a lo largo de la incubación.
El período de incubación varía entre 10 y 15 días, mientras que la permanencia de los pichones en el nido se extiende de 14 a 16 días (Salvador, 2011:106; Azategui, 1975:321; Di Giacomo, 2005:293; de la Peña, 2013:179). Durante la incubación y el cuidado de las crías, los adultos presentan una notable indolencia, dejando a menudo el nido sin vigilancia incluso durante la noche, aún cuando contiene huevos o polluelos. Se ha observado que, en un lapso de cinco horas, un nido con cuatro crías de tres días de edad recibió apenas cuatro visitas de los adultos para la alimentación. De manera similar, en otro nido con seis crías de dos días de edad, se registraron solo seis visitas de alimentación en el transcurso de una hora (Davis, 1940:472). Esta aparente falta de atención podría constituir un factor que favorece el desarrollo de estrategias de anidación social.
Los polluelos nacen con los ojos abiertos, de color pardo oscuro, y presentan una piel negruzca con tintes violáceos, recubierta por canutos semejantes a cerdas de color blanco crema (Salvador, 1981:29; de la Peña, 2013:179; Di Giacomo, 2005:293). La piel circundante a los ojos es verdosa, las patas son de color gris oscuro y el pico muestra un tono anaranjado pálido, con una raya longitudinal negra en el culmen y dos en el maxilar inferior. El interior de la boca es rojo escarlata o rojo intenso, con papilas blancas elevadas (Davis, 1940:472).
El desarrollo de los pichones es rápido; a partir de los siete u ocho días comienzan a cubrirse de plumas. Cuando alcanzan los diez días de edad y son perturbados, son capaces de abandonar el nido trepando por las ramas, utilizando las alas y el pico como apoyo. Generalmente, los pichones empluman hacia el día quince. Se estima que aproximadamente el 26 % de los huevos y el 55 % de las crías sobreviven hasta alcanzar el emplume (Davis, 1940:472).
Los juveniles permanecen asociados a la bandada durante varios meses, adoptando prontamente comportamientos de los adultos. Se distinguen de estos por su pico gris (en contraste con el amarillo o naranja de los adultos), iris negro, y plumas caudales más compactas, sin el deshilachado característico de los ejemplares maduros. Asimismo, la cresta del pico, inicialmente baja, alcanza progresivamente las dimensiones adultas (Davis, 1940:472).