Yasiyateré grande | Comportamiento


La información sobre el comportamiento de Dromococcyx phasianellus es limitada (Lowther, 2020). Se trata de una especie sumamente esquiva, de hábitos predominantemente solitarios, que habita en el sotobosque de selvas, formaciones ribereñas, bosques maduros y vegetación secundaria con densidad adecuada para su modo de vida (Contreras et al., 2014:287; de la Peña, 2015:308). Se le encuentra con mayor frecuencia en el estrato bajo y medio, entre 1 y 6 metros de altura, aunque ocasionalmente se eleva más, especialmente durante vocalizaciones o estados de excitación (Hilty, 2003:355). Es crepuscular y nocturno, difícil de detectar en su entorno natural, y no se dispone de evidencia sobre migraciones estacionales.

Se alimenta generalmente en el suelo, con desplazamientos breves y pausados, frecuentemente descritos como algo torpes, con las alas colgantes y ligeramente abiertas. Durante la búsqueda de alimento, despliega un comportamiento estilizado acompañado por sonidos no vocales, que incluyen el traqueteo producido por la vibración de plumas y el golpeteo del pico, al tiempo que agita el cuerpo, las alas y la cola (Sieving, 1990:1–2). Esta secuencia culmina con una serie de pasos cortos y rápidos mientras picotea la hojarasca, presumiblemente para movilizar y detectar presas ocultas entre las hojas.

Los datos disponibles sobre el espaciamiento y la territorialidad también son escasos. Se ha observado que los machos responden al canto de congéneres mediante contracantos o exhibiciones visuales no vocales, caracterizadas por la elevación de la cabeza y la cresta, expansión de las plumas pectorales, extensión parcial del álula y las primarias, revelando manchas blancas, y arqueo de la cola (Sieving, 1990:4–5). Tales exhibiciones suelen realizarse desde perchas altas ocultas entre la vegetación densa. Además, se han registrado enfrentamientos territoriales agresivos en al menos dos ocasiones y un posible comportamiento de cortejo en otra instancia.

La información directa sobre el cortejo y la reproducción es limitada.

VOCALIZACIONES

El canto de Dromococcyx phasianellus ha sido ampliamente descrito como similar al del Crespín (Tapera naevia), aunque con características distintivas. Por lo general, esta especie vocaliza durante el crepúsculo y la noche, especialmente desde perchas elevadas en vegetación densa (Sick, 1997:390; Lowther, 2020; Schulenberg et al., 2007:186; Narosky & Yzurieta, 2010:182).

La especie presenta un periodo vocal activo desde marzo hasta agosto en México (Howell & Webb, 1995:349), con evidencia de reproducción en Oaxaca entre abril y junio (Binford, 1989:128), y actividad vocal máxima en Panamá de mediados de abril a julio, coincidiendo con el inicio de la temporada de lluvias (Sieving, 1990:4).

El canto más común consiste en tres notas silbadas, con la última en forma de trino tembloroso: “pü-püü-werrrrrr” (Hilty, 2003:355; de la Peña, 2015:308; de la Peña, 2020:127; Payne, 2005:188). Menos frecuentemente, se ha registrado un canto alternativo de cuatro notas: “pa, püh, pe-pee”. También pueden producirse variaciones en las que el trino final se omite, siendo sustituido por una serie de notas ascendentes (Schulenberg et al., 2007:186). Straneck, citado en de la Peña (2016), documentó una variante que incluye una secuencia rítmica: “fie fii fififi…fie fii fififi”. Sick (1997:390) describió un patrón similar compuesto por dos silbidos cortos seguidos de un trino “ü i rrrü” o una secuencia ascendente de silbidos “ü ü dü rü”, con variaciones más agudas cuando el ave se encuentra excitada. Belton (1984:546) registró un silbido claro de cinco notas ascendentes, en el que la tercera y cuarta son más breves.

Además del canto principal, se han reportado otros sonidos no vocales que incluyen cascabeles, cloqueos y gruñidos (Dickey & Van Rossem, 1938:218; Wetmore, 1968:136; Belton, 1984:546; Hilty, 2003:355; Stiles & Skutch, 1989:188; Howell & Webb, 1995:349).

En cuanto a sonidos no vocales durante el forrajeo, D. phasianellus produce una variedad de ruidos, como traqueteos generados por la vibración de las plumas del ala y la cola, así como por el castañeo del pico (Sieving, 1990:1). Estos sonidos, sincronizados con movimientos corporales específicos, parecen cumplir una función ecológica al agitar la hojarasca y movilizar a presas potenciales, facilitando su localización y captura en la fase final de las maniobras de alimentación.

 

ALIMENTACIÓN

Diversas fuentes coinciden en que es una especie principalmente insectívora, cuya dieta se compone de insectos como saltamontes, cigarras, escarabajos y ortópteros de gran tamaño. Ocasionalmente, también consume pequeños vertebrados, como lagartos (anoles y gecos) y polluelos de aves (von Pelzeln, 1871:270; Wetmore, 1968:139; Schubart et al., 1965:153; Stiles & Skutch, 1989:188; Payne, 2005:189; Hilty, 2003:355; Lowther, 2020). Observaciones de campo indican que esta especie forrajea activamente durante varias horas al día en la hojarasca (Sieving, 1990:4).
En términos morfológicos, presenta adaptaciones consistentes con un hábito de alimentación terrestre. A diferencia de otros cucúlidos, como Geococcyx, adaptado a correr largas distancias, o especies arborícolas como Morococcyx y Piaya, especializadas en trepar, el D. phasianellus posee un esternón grande, musculatura pectoral y uropigial desarrolladas, y patas con musculatura relativamente débil (Bent, 1964; Dickey & van Rossem, 1938; Wetmore, 1968). Esta conformación limita su locomoción sostenida, aunque le permite realizar desplazamientos breves y rápidos por el suelo, descritos como “escurrimientos” de 4 a 12 pasos en 1–2 segundos, cubriendo entre 0,3 y 1 metro.
Asimismo, no hay evidencia de que esta especie se alimente sobre la vegetación o que trepe; en cambio, se le observa posarse en ramas horizontales o enredaderas, y desplazarse principalmente por el suelo. La manipulación constante de las plumas de vuelo durante los movimientos de forrajeo sugiere una inversión muscular significativa en el aparato locomotor torácico, en correspondencia con su estrategia de búsqueda alimentaria terrestre (Sieving, 1990:4).

REPRODUCCIÓN

Es una especie parásita de cría, cuya biología reproductiva permanece poco documentada (Lowther, 2020; de la Peña, 2020:127). Al igual que otros cucúlidos parásitos, deposita sus huevos en los nidos de otras especies, y el cuidado de los huevos y crías corre exclusivamente por cuenta de los hospedadores (Sick, 1953, 1993; Stiles & Skutch, 1989; Payne, 2005). Entre las especies hospedadoras registradas se encuentran Tolmomyias sulphurescens (Picochato grande), especies del género Myiozetetes (Benteveo), Rhynchocyclus brevirostris (Piquiplano de anteojos), Fluvicola pica (Viudita blanca) y Thamnophilus doliatus (Choca listada) (Lowther, 2020).

Los huevos son alargados, de color blanco opaco o crema pálido, con una corona de manchas rojizas o cafés en el extremo mayor (Naumburg, 1930; Hilty, 2003:355). A pesar de la evidencia dispersa sobre la reproducción, no se dispone de datos concluyentes respecto a la duración del período de incubación, el desarrollo de los polluelos ni su comportamiento (Lowther, 2020; de la Peña, 2020:127). Observaciones aisladas indican actividad reproductiva entre abril y junio en Oaxaca, México, con hallazgos como folículos ováricos agrandados o huevos calcificados en el oviducto (Binford, 1989:128).

Algunos individuos han mostrado comportamientos territoriales frente a reproducción simulada (playback), a pesar de presentar escaso desarrollo gonadal, como fue documentado en un macho colectado en septiembre (Belton, 1984:546). Estos datos sugieren una actividad reproductiva más amplia de lo que se ha documentado hasta ahora, aunque los aspectos claves del ciclo reproductivo de la especie siguen sin conocerse.