De hábitos crepusculares y nocturnos (Cleere, 2002:171). Captura los insectos despegando desde el suelo (Kirwan et al. 1999:203), o tal vez, volando bajo de forma continua sobre áreas abiertas. Probablemente solitario (Cleere, 1998:295).
A menudo se lo encuentra por la noche posado sobre caminos y senderos, o sobre ramas bajas, matorrales, o alambrados. Descansa sobre el suelo o pequeñas depresiones del terreno o entre las matas (Cleere, 1998:295; Cleere, 2002:171).
Toma vuelo con aleteos rápidos, pero rápidamente lo revierte a aleteo lento, que a menudo impresiona cómo de ave herida, o aleteos y deslizamientos suaves cerca del suelo (Cleere, 1998:295; Pereyra, 1939:235-236; Pearman & Abadie, 1995:12; Kirwan et al. 1999:203; Accordi, 2002:227; Straneck & Viñas, 1994). Pareciera que las arenas de despliegue de E. anomalus son utilizadas tradicionalmente año tras año (Fariña et al., 2018:126).
El vuelo del macho durante el cortejo de ha descrito como vuelo lento, planeando a corta distancia del suelo (0.8-1.2 m), y ocasionalmente acompañado de sonidos sordos “tuk tuk tuk” (Cleere, 1998:295)
Sedentario y parcialmente migratorio, las poblaciones del sur se mueven hacia el norte para evitar los inviernos australes (Abril-Agosto) (Cleere, 1998:295). En general se lo considera residente, pero Pearman & Abadie (1995:14) y Mazar Barnett & Pearman (2001:48) sugieren que en gran parte, sino enteramente, en Argentina es migrante austral, partiendo luego del periodo reproductivo, ya que todos los registros confirmados de Argentina eran del verano austral (octubre a febrero), mientras que los de Brasil eran a lo largo del año.
Contreras et al. (2014:318) concluyen en que es posible que la especie sea migrante, pero en ese caso, corresponde formular la pregunta: ¿Hacia dónde se dirige para realizar su residencia invernal? La cuestión queda abierta para futuras investigaciones al respecto.
Habita desde tierras bajas hasta los 1.100 msnm (Stotz et al., 1996:174).
Poco se conoce sobre la densidad de sus poblaciones y biología en general, y ha sido considerado como amenazado tanto a nivel nacional como internacional (Collar et al. 1992:463; BirdLife International 2022; MAyDS y AA 2017)
VOCALIZACIONES
Pearman & Abadie, (1995:13) comentan que la canción del E. anomalus sigue siendo desconocida. Por otra parte, Straneck & Viñas (1994) describen su canto (llamada?) como una serie de suaves “chip, tchup, or tchut” repetidos a una velocidad de 8 notas /seg, durante unos 2-3 minutos.
Sin embargo otros autores no han registrado esta vocalización. Kirwan et al. (1999:203) lo describen como “el chirrido de un grillo”, que Accordi (2002:27) interpretó como el canto.
Cleere (1998:295) lo describe como un suave y único “tick” y Fariña et al. (2018:120) describen las llamadas de contacto como series repetidas de “tik” o “tzk” que se oyen solo a corta distancia. Esta vocalización es emitida comúnmente por individuos posados en el suelo, sobre vegetación baja y eventualmente en vuelo.
Las llamadas en vuelo incluyen un duro y nasal “gzee gzee” (Straneck & Viñas), que tampoco han sido registrados por otros autores. Solo se ha notificado un “tik” emitido por una hembra en vuelo (Kirwan et al., 1999:203).
Al crepúsculo, los machos hacen los primeros vuelos, realizando una vocalización fuerte que estaría ligada a vuelos de exhibición aérea sobre las arenas de despliegue. Straneck & Viñas (1994) interpretaron esta voz como un sonido mecánico emitido por el aleteo del macho y la llamaron “vuelo de proclamación territorial.” Por otro lado, Accordi (2002:229) se refiere a una vocalización emitida tanto en vuelo como posado. Fariña et al. (2018:120-121) no percibieron movimientos de alas que pudieran generarlo, ya que en ocasiones el sonido es emitido mientras el ave planea, por lo cual concuerdan con Accordi (2002:227) en interpretar este sonido como una vocalización. Durante su trabajo no registraron el sonido descrito como series de “chip chip chip chip” que Straneck & Viñas (1994) consideraron como posibles voces de la especie.
Sonidos mecánicos: Los sonidos mecánicos emitidos son elaborados por el golpeteo y el vibrar de alas del macho adulto. Los autores Fariña et al., (2018:121) grabaron cuatro sonidos mecánicos: el primero y el segundo son hechos por un movimiento de las alas que al cerrarlas contra el cuerpo produce un golpe seco poco audible que suena como un “tuk” o “trk”. Estos sonidos son emitidos al aterrizar un macho sobre el suelo luego de realizar un despliegue aéreo o al saltar y aterrizar sobre el mismo sitio. En noches silenciosas y con condiciones ambientales favorables (por ej. sin viento) pueden oírse hasta los 60 m. El tercer y cuarto de los sonidos mecánicos son de menor frecuencia (1 o 2 kHz) y son poco audibles, generados por el batir vibrante de las alas al posarse, y descriptibles como “brrrt” o “rrrrtk” (Fariña et al., 2018:121)
Accordi (2002:229) concluye que en ningún momento oyó el suave “chip, tchup” o “tchut” repetido a 8 notas/seg durante 3 minutos descrito por Straneck & Viñas (1994) y por Cleere (1998:295); tampoco los sonidos mecánicos originados por el movimiento de las alas, ni la vocalización nasal “gzeee gzeee” emitida por las hembras descritas por Straneck & Viñas (1994).
ALIMENTACIÓN
Insectívoro. Su dieta no se conoce en detalle. Pereyra (1939:236) informa la presencia de pequeños coleópteros, lepidópteros y hormigas en el análisis del contenido gástrico. Se alimenta en bordes de áreas abiertas y pastizales (Cleere, 1998:295).
REPRODUCCIÓN
Existe muy poca información sobre la biología reproductiva del E. anomalus (Young, 2015).
Existen registros de huevos y polluelos jóvenes, en noviembre en Brasil, y juveniles recién emplumados a partir de diciembre; especímenes con gónadas aumentadas de tamaño desde agosto-octubre (Collar et al. 1992:465).
Cleere (1998:295) reporta para el sureste de Brasil los meses de agosto en Paraná, octubre en Minas Gerais, noviembre a principios de enero en el estado de Sao Paulo y septiembre-diciembre? en Argentina.
No construye nido y deposita los huevos directamente sobre el suelo.
Puesta de 2 huevos, elípticos de color acanelado-rosado o canela pálido, cubierto con pintas y manchas pardo-rojizas y grises en toda la superficie (Cleere, 1998:295; de la Peña, 2015:335 ; de la Peña, 2020:231).
Bodrati et al. (2019:159) comentan que Accordi (2008) presenta la única descripción de un sitio de nidificación de E. anomalus, en Capão Novo en Rio Grande do Sul, Brasil. Era un área arenosa recubierta irregularmente por matas de vegetación herbácea. La nidada consistía en dos huevos puestos sin ninguna preparación sobre la arena junto a una mata de 40 cm de altura. En derredor aparecía un área desprovista de vegetación, formando un círculo de 30 cm de diámetro en torno a los huevos.
Los pichones de E. anomalus no han sido descritos hasta la actualidad (Cleere,1998:295).
Krauczuk (2013) presenta, sin detalles, una fotografía de L. Krause (in litt. 2019) de un pichón, aparentemente no volador, que ofrece dudas.
En Argentina se localizaron nidos en Santa Fe (Hartert & Venturi, 1909:225), Santiago del Estero (Pereyra, 1950:228) y Corrientes (Bodrati et al, 2019:158; de la Peña, 2020:231).